martes, 12 de febrero de 2008

el clásico de los besos por antonomasia

Aquí va el poema latino besucón por excelencia. Es Catulo, nº 5 (en los últimos siete versos hay cierto empacho de besos):
Viuamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum seueriorum
omnes unius aestimemus assis.
soles occidere et redire possunt:
5
nobis, cum semel occidit breuis lux,
nox est perpetua una dormienda.
da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.
10
dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut nequis malus inuidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.
Su posible traducción sería:

"Vivamos, Lesbia, mía y amemos,
y los rumores de los viejos rezongones
valorémoslos todos en un chavo.
Los soles pueden desaparecer y renacer:
a nosotros, tan pronto como desaparece esta breve luz,
nos toca dormir una noche eterna.
Dame mil besos, luego cien,
luego otros mil, después cien más,
luego sin pausa otros mil, luego cien.
Entonces, cuando hayamos juntado muchos miles,
los revolveremos, para no saber de ellos,
o para que ningún envidioso pueda aojarnos,
al saber lo muchos que son nuestros besos".

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